lunes, 14 de junio de 2010

Legado de la revolución francesa



Desde 1789 a 1815 una gran parte de Europa había entrado en contacto con los ideales de la Revolución, el Imperio se había encargado de expandir sus conquistas revolucionarias a casi toda Europa. La abolición de los derechos feudales, la proclamación de los Derechos del Hombre, la instauración del régimen constitucional, la difusión del Código Civil y del Concordato, fueron las semillas de lo que había de ser enseguida el liberalismo del siglo XIX. Además, al difundir por todas partes el principio de la soberanía nacional y el derecho de los pueblos a disponer de ellos mismos, la Francia Revolucionaria hizo tomar conciencia a los pueblos del principio de las nacionalidades.

Así, pueblos que tenían la misma nacionalidad y se hallaban divididos entre distintas soberanías querían unirse para formar un solo Estado, mientras que otros pueblos que pertenecían a distintas nacionalidades, sometidos a un único Estado, deseaban, en cambio, separarse.

Por estas razones cuando llegó el momento de la Restauración Monárquica en 1815, las semillas nacionales y liberales ya se habían sembrado por toda Europa, e incluso atravesaron el Atlántico, llegando hasta nuestro continente

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